domingo, 20 de septiembre de 2020

Entrevista a Pedro Aranda

 




He tenido la ocasión de entrevistar a Pedro Aranda autor de El ruido que nos separa, finalista en la segunda edición del Premio  Icue Negro,del certamen de Cartagena negra,Revista Desde que abrí este blog he decidido dar más difusión a autores noveles porque aunque hay muchos con talento, los lectores no siempre les damos oportunidad entre tanta demanda. En ese sentido, mis reseñas de este blog o de otras webs en la que colaboro intentan ayudar a difundir la obra de los autores emergentes. No está de más recordar que todos o casi todos los escritores empiezan siendo autores anónimos y noveles.

Leí y publiqué la reseña de la novela en la Revista 17 musas antes de saberse el resultado del Premio Icue Negro y he de decir que me sorprendió entre otras cosas por su contundencia, difícil de encontrar en una primera novela. Ahora que ya se celebró la final del certamen, me concede está entrevista para que lo conozcamos un poco más y que nos cuente detalles de la novela, y nos hable de la experiencia de participar en un certamen del calibre de Cartagena Negra.

 ¿Quién es Pedro Aranda? ¿Cuáles son tus sueños y tus miedos?

Es ese tipo de la fiesta al que la gente saluda con un pequeño golpe en el hombro mientras mira el reloj para no dar pie a iniciar una conversación. 

Es ese tipo que hace tiempo empezó a medir el valor de las cosas en términos de unidades de barras de pan. Así, por ejemplo, si la cazadora que le gustaba valía 20 euros, él pensaba que, en realidad, costaba unas 25 barras de pan. Y evaluaba si le merecía la pena. El problema vino cuando la chica que le gustaba le propuso ir a verla un fin de semana a Madrid. O lo que es lo mismo, 450 km de gasolina (más otros tantos de vuelta), además de los gastos del fin de semana. Muchas barras de pan le parecieron.

Es ese tipo que parece el protagonista de una película de cine independiente iraní en la que no ocurre absolutamente nada.

Es ese tipo que está convencido de que el día que muera, escuchará desde la tumba la conversación de una pareja de ancianos en la que uno de ellos jurará al otro que ha visto al muerto moverse. 

Y cuando ya no haya nada que hacer, y caiga rendido en la paz eterna, soñará con la gente de la fiesta, con la chica de Madrid, con el director de cine iraní y con la pareja de ancianos. Y él con una barra de pan corriendo detrás de todos ellos.

En cuanto a los sueños y los miedos, están todos recogidos de alguna manera en lo que acabo de poner arriba. Aunque no sé muy bien dónde.


¿Recuerdas tu primera lectura? ¿Qué leías de pequeño?


De pequeño leía los libros que nos obligaban a comprar en el colegio y que, casualmente, había escrito algún profesor. Y he olvidado casi todos. Fuera de eso, si tuviera que decir un libro que me gustara de aquella época te diría Las aventuras de Sherlock Holmes. Me temo que no soy muy original en esto.


¿Cómo fue tu primer contacto con la novela negra?


Las primeras novelas de género negro que leí fueron El asesino dentro de mí y 1280 almas de Jim Thompson y Corazón Salvaje de Barry Gifford.

Después dejé de leer novela negra durante una buena temporada, desde que se puso de moda toda esa ola de autores escandinavos con esos títulos tan largos, que no me engancharon ni un poco.

Y ese parón ha durado hasta estos días, donde he vuelto a disfrutar con Donald Ray Pollock. Aunque no sé si la palabra disfrutar es la adecuada, en realidad.


¿Cuándo te das cuenta de que quieres ser escritor?

En realidad, no hay una vocación como tal en mí. Si me he decidido a escribir es porque se han dado una serie de circunstancias que me han empujado a hacerlo, que no son otras que encontrarme en el percentil 90 de tristeza y soledad. Supongo que si alguna vez soy capaz de romper esa cadena, dejaré el libro que esté escribiendo en ese momento parado por la página en la que me encuentre, apagaré el ordenador y colgaré el sombrero. 


¿Como fue el proceso para escribir El ruido que nos separa?

Empezó como un libro de relatos, lo que pasa es que cuando iba por mitad del segundo vi que tenía potencial de novela. Entonces me dediqué a ir desarrollando borradores para cada uno de los personajes, y cuando los ubiqué a todos, creé la historia coral. Si te soy sincero, mi idea inicial era más oscura, más macabra. Al final, creí necesario meter un toque romántico a alguno de los personajes para darle una capa de barniz de luz a la novela. Viéndolo en perspectiva, no sé si se me fue un poco de las manos.


¿Por qué te embarcas en una primera novela con tantos personajes y épocas distintas?

Lo de que aparezcan tantos personajes es un poco el ingrediente original del argumento. No es tanto un libro centrado en la historia en sí como en los personajes, de ahí que cuando terminas de leer el libro, luego te quedas pensando un rato e imaginando qué habrá sido de ellos. Y todo, en su conjunto, hace que el libro tenga una estructura muy cinematográfica, donde cada capítulo podría asimilarse al episodio de una serie de televisión. 


El ruido que nos separa tiene en común la vida de personajes descarriados que no logran reconducirse, viven en un desasosiego constante, ¿por qué ese sentimiento tan pesimista en la historia?

Porque la vida no es una fiesta. ¿Has visto alguna vez las imágenes que nos llegan de los partidos de beisbol americanos donde, de pronto, la cámara enfoca a una pareja entre el público, y tienen que besarse durante diez segundos ante el alboroto y los aplausos de la gente? Yo he ido a estadios con alguna chica y hemos estado enfadados y he pensado más de una vez, «¿y si ahora nos enfocan las cámaras? Supongo que tendremos que besarnos. Y la gente, en sus casas, verá lo felices y enamorados que estamos». Pero quizás las cosas no sean siempre como parecen. Y reflexioné, «¿y si esa misma cámara, ante la mirada de toda la gente a través de la señal de televisión, hiciera poco a poco zoom en los ojos de esas parejas y fuera capaz de retransmitir lo que estaban pensando un instante antes de lo del beso?». Y, ya de paso, «¿qué veríamos a través de esa misma señal de televisión si sigue ampliando el zoom y nos lleva más atrás en el tiempo todavía?».


Has quedado finalista en la segunda edición del Premio de Novela Icue Negro ¿cómo fue la experiencia? ¿qué supone para ti el haber llegado a la final?

Pasamos un día estupendo. Siempre es agradable charlar con otros escritores. En cuanto al certamen, me pasó algo curioso. Cuando conocí en persona al resto de nominados y vi la ilusión y la vocación que muestran, el amor que tienen al oficio y, sobre todo, lo buenos escritores y profesionales que son, nada me apetecía más que no ganar el premio. Y, gracias a Dios, así fue. 


Pedro Aranda en la mesa redonda de la final del Premio Icue Negro


¿Cuáles son tus nuevos proyectos literarios? ¿Tienes en mente alguna novela nueva?

En pocos meses el libro va a cumplir un año y desde entonces no he vuelto a escribir nada que no sea una reseña que me encargaron sobre el disco nuevo de Enrique Bunbury. Ha sido un año muy intenso de promoción, así que ni siquiera me había planteado una segunda novela hasta ahora. Pero sí tengo claro que me apetece desmarcarme un poco de la etiqueta de autor de novela negra. Tengo una historia en mi mente que muy posiblemente empiece a escribir a principios de 2021. ¿Hablamos nuevamente cuando salga? ¿Me esperarás? 

¿O tú tampoco?



Claro que espero con ganas de leer la siguiente novela para contárselo a los lectores. Es más, me he quedado con curiosidad por esa versión macabra de El ruido que nos separa... Hasta la próxima novela. Aquí seguiré.


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