viernes, 6 de diciembre de 2024

Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian





Conocí Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian, de Dama Sarashina, por ediciones Atalanta, que son los únicos que tienen el libro publicado en España.

Situado en mismo periodo, había leído hace años Genji Monogatari, de Murasaki Shikibu, así que no dudé en “volver” de nuevo a un periodo tan especial como el Heian.


Para ponernos en situación: El libro Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian, es una obra autobiográfica escrita hace más de mil años por una mujer japonesa conocida como Dama Sarashina, cuyo verdadero nombre se desconoce. Este texto se inscribe en el contexto del final del periodo Heian, una época de esplendor cultural en Japón, donde las mujeres desempeñaron un papel importante como autoras de textos literarios únicos, como el Genji Monogatari de Murasaki Shikibu. De hecho gracias al libro de Atalanta supe de la relación de parentesco que une a Dama Sarashina y a Murasaki Shikibu.


La obra, escrita en un tono íntimo y sincero, relata las experiencias personales de Sarashina desde su juventud, cuando desarrolló un profundo amor por la literatura, hasta su madurez. A través de episodios como sus viajes a Kioto, su vida como dama de compañía en la corte imperial y sus reflexiones espirituales influenciadas por el budismo, la autora nos sumerge en una sociedad marcada por el culto a la belleza y una melancolía serena. Intercalados en el relato se encuentran 89 poemas breves, que reflejan su sensibilidad poética y las relaciones afectivas con su familia y conocidos:


«Me quedo con la Luna vaga de primavera,

cuando él cielo de un verde tierno y los cerezos en flor

están envueltos por la caricia de la bruma»


Sarashina utiliza los poemas para reflejar momentos importantes de su vida, desde la melancolía de sus viajes hasta la alegría o resignación en sus interacciones sociales y familiares. Los poemas no solo acompañan el relato, sino que lo profundizan, estableciendo una relación simbólica entre el mundo interior de la autora y el entorno natural que describe. Por ejemplo, las referencias a la luna, los cerezos en flor o la bruma sirven tanto para enmarcar sus emociones como para encontrar consuelo en la naturaleza, un tema recurrente en la literatura Heian.


El contraste entre los poemas que Sarashina intercambiaba como correspondencia y nuestra comunicación inmediata vía WhatsApp me hace reflexionar sobre cómo la belleza y la paciencia de escribir con propósito se han diluido en nuestra época. ¿Qué hemos ganado y qué hemos perdido en este cambio?


Años después de leer Genji Monogatari, volver al periodo Heian a través de las memorias de Sarashina me ha permitido redescubrirlo desde un prisma más introspectivo. Mientras Murasaki me mostró la sofisticación y las intrigas cortesanas, Sarashina me acercó a una vida más modesta y auténtica, cargada de melancolía pero también de serenidad.


Sarashina ofrece una perspectiva humana y universal, marcada por el contraste entre sus ensoñaciones juveniles y la aceptación de una realidad más humilde y prosaica en su vida adulta. Su relato, escrito con una prosa clara y moderna, trasciende las barreras temporales para resonar con los lectores actuales, quienes pueden encontrar en él un reflejo de emociones universales como la nostalgia, la desilusión y la búsqueda de sentido.

Es una lectura imprescindible para quienes deseen explorar la literatura japonesa clásica y comprender mejor la riqueza cultural y espiritual del periodo Heian.


Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian,  de dama Sarashina, a diferencia de otros escritos de la época Heian como los de Murasaki Shikibu (Genji Monogatari) o Sei Shōnagon (El libro de la almohada), ofrece una perspectiva más personal e introspectiva. A través de su diario, Sarashina explora su mundo interior, marcado por el contraste entre sus sueños idealistas, inspirados en los monogatari, y la realidad cotidiana que enfrenta con resignación y aceptación.


Un aspecto único del texto es su sinceridad y humildad. Mientras que otras obras del periodo celebran los lujos y las intrigas de la corte, Sarashina se centra en una vida más modesta, reflexionando sobre temas universales como la impermanencia, el deber y el deseo. Esto aporta al libro una frescura que lo hace más cercano a los lectores actuales, rompiendo así barreras culturales y temporales.


Además, el carácter autodidacta y soñador de Sarashina, influenciado por su fascinación con Genji Monogatari, resulta en una crítica implícita a los roles asignados a las mujeres de su tiempo. A través de su escritura, cuestiona las expectativas sociales y refleja una trayectoria vital tal como fue.


Leer este libro ha sido como escuchar una voz de siglos pasados, recordándonos que las emociones humanas –la nostalgia, la inquietud por el futuro y la búsqueda de significado– son universales y atemporales. Sarashina no solo narra su vida, sino que nos tiende un puente hacia la nuestra.

Este libro trasciende el tiempo y las culturas, y se ha ganado un lugar entre los más bellos y especiales que he leído en mi vida.

Sarashina es el mejor ejemplo de que incluso en los momentos más modestos de la vida se puede encontrar belleza y significado, una lección que resuena en el ruido y superficialidad de nuestra época moderna.



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