Autor: William Golding
Traductor: Alianza editorial S.A
Editorial: Buenos Aires, Libros del zorro rojo, 2014
Ilustraciones: Jorge González
ISBN: 978-84-941645-0-7
“1. El toque de la caracola
El muchacho rubio descendió un último trecho de roca y comenzó a abrirse paso hacia la laguna. Se había quitado el jersey escolar y lo arrastraba en una mano, pero a pesar de ello, sentía la camisa gris pegada a la piel y los cabellos aplastados contra la frente. En torno suyo, la penetrante cicatriz que mostraba la selva estaba bañada en vapor. El muchacho avanzaba con dificultad entre las trepadoras y los troncos partidos, cuando un pájaro, visión roja y amarilla, saltó en vuelo como un relámpago, con un antipático chillido, al que contestó como si fuese su eco:
-¡Eh!- decía-, aguarda un segundo!”
Cuando leí por primera vez “El señor de las moscas” pensé que tenía que haberla leído unos años antes, durante ese límite de pasar de la pubertad a la adolescencia. La historia trata de unos colegiales ingleses que viajan en avión (el mundo está en guerra), el cual choca y cae en una isla desierta. Los niños son los únicos supervivientes (el piloto no sobrevive), no hay ningún adulto con ellos.
Es una situación aparentemente utópica: unos niños en una isla que pueden hacer lo que quieran sin un adulto que los supervise. Los personajes (con los que fácilmente te puedes identificar) van apareciendo: Primero aparecen Piggy (niño gordito y de gafas, representa el raciocinio, y será el blanco de futuras burlas; con el cual me identificaba no por su peso, sino por ser apartado por los demás por su raciocinio) y Ralph (simboliza la esperanza, y siempre intenta poner orden en ese caos, a veces es incluso demasiado educado). Suponen que tiene que haber más niños supervivientes y Ralph utiliza una caracola para llamarlos. Aparecen los demás, entre ellos, Jack (representa la pérdida de la esperanza, el lado más salvaje, y más supersticioso también); Simon (niño que pasa más desapercibido, representa la filosofía, es el que reflexiona sobre el comportamiento de los demás y de sí mismo en la isla, el comportamiento de la humanidad al fin y al cabo); hay más niños como el niño de la mancha en la cara; los gemelos Sam y Eric, Roger…
Cuando se reúnen deciden escoger a Ralph como jefe mientras no los rescatan, éste da a la caracola otra utilidad, quien la tenga tendrá la palabra, tendrá el poder. Lo más importante que hay que hacer primero decide Ralph como jefe es hacer una hoguera para que los vean cuando los vayan a rescatar. Para ello utilizan las gafas de Piggy, rompiéndose así uno de sus cristales…
Según pasa el tiempo se empiezan a ver los miedos y los instintos más salvajes. Por un lado los niños más pequeños empiezan a hablar de que una bestia habita en la isla y el miedo se propaga entre los más pequeños, por supuesto Piggy niega tal existencia; a pesar del miedo, deciden que lo más importante es mantener la hoguera. Por otro lado Jack celoso por el poder de Ralph empieza a estar más preocupado de cazar cerdos (ahí se empieza a ver la pérdida de la esperanza y asoma el instinto más primario), otros niños se unen a Jack, y van a la caza. Mientras Simón, decide evitar conflictos y se va a trabajar en hacer refugios con Piggy.
El problema surge al apagarse la hoguera mientras los demás niños cazaban el cerdo (cosa que consiguieron, la escena muestra la transformación de unos niños ingleses bien educados en niños salvajes con sed de sangre) , pues mientras tanto un barco pasó y perdieron la oportunidad de ser rescatados. Ralph se lo echa en cara a los demás.
En este momento un hombre muerto en un paracaídas aterriza en la isla. Parece que viene de la guerra. De todos modos, los muchachos creen que el hombre es la "bestia" y comienza una persecución para encontrarlo y matarlo. Sólo Simon duda que exista tal criatura y cree que la bestia es una parte de ellos mismos y que sólo tienen miedo de sí mismos. Él va al bosque para contemplar la situación mientras Jack y Ralph suben al monte y encuentran la bestia, pero no se quedan el tiempo suficiente para ver que sólo es un hombre muerto.
Los niños empiezan a dividirse: Jack decide que Ralph ya no es el jefe, invita a los demás niños a que se unan a él para cazar cerdos, la mayoría se unen a él, quedando solos con la hoguera Ralph y Piggy. Mientras tanto, Simon está escondido en su lugar de meditación, una "cueva de parras" en el bosque, mirando a Jack y sus amigos cazar un cerdo. Esta vez matan una cerda, le quitan la cabeza y la ponen en un palo en el suelo.
Simon mira la cabeza, que llama "el Señor de las Moscas" (alusión a Belcebú, símbolo de la maldad, deidad filistea y posteriormente también perteneciente a la iconografía cristiana, que es conocido por este sobrenombre de Señor de las Moscas) y ésta le dice (él está alucinando) que es la bestia y que es una parte de él. Simon se desmaya, se lastima la nariz y se despierta empapado en sudor y sangre. A pesar de todo esto decide seguir subiendo el monte para enfrentarse con la bestia. Simon descubre que la bestia es nada más que un hombre. Luego vomita y baja tambaleándose.
Por otro lado Ralph y Piggy, muertos de hambre, asisten con los otros chicos a una gran fiesta que Jack, quien está decorado como un ídolo, ha organizado. Es una reconstrucción frenética de la caza de la cerda. Sin embargo, llega Simon, todavía sangriento, sudoroso y cubierto con vómito. Se tambalea en medio de los chicos locos. Intenta contarles de la bestia pero no lo reconocen… Jack y los chicos están con la danza de la fiesta y se les va de las manos…
Lo que me ha gustado: Prácticamente todo: a diferencia de otras distopías, Golding no crea un escenario artificial y futurista aislado de lo natural: una isla desierta, es un escenario perfecto para que afloren los miedos y los instintos de la humanidad, la naturaleza es la base del misterio en sí misma, el miedo a lo desconocido, donde todo surge; su lenguaje es sencillo y fluido; los personajes tan cercanos y reales, con los que puedes identificarte fácilmente; los temas que trata Golding en la novela, como la pérdida de la inocencia, la ambición del poder, la razón contra el instinto: ¿qué escoges? ¿A Ralph o a Jack? O lo que es lo mismo, ¿la razón y la esperanza o el caos?
Lo que no me ha gustado: Por poner una pega (porque no es de esas novelas a las que le encuentres defectos fácilmente) parece una historia de un internado dónde sólo hay niños, Me gustaría saber qué habría pasado si hubiera niñas en la historia, pero sólo por curiosidad…
En resumen, es una novela imprescindible; y si bien sigo creyendo como dije al principio, que hay que leerlo en ese paso de la pubertad a la adolescencia, también digo que debería releerse a lo largo de los años en distintas etapas de nuestras vidas. Es un libro que según pasan los años, la lectura cambia porque vas teniendo tus propios aprendizajes, y si en una primera y temprana lectura habrá muchas cosas que no entenderás –no por ello hay que dejar de leerla a ciertas edades ni esperar a tener más edad para hacerlo-, a medida que pasan los años descubrirás nuevos matices de esta historia. De lo que no cabe duda es que es de esas historias que dejan huella.
Autor:
William Gerald Golding; Saint Columb Minor, 1911 - Perranarworthal, 1993. Narrador y ensayista británico, premio Nobel de Literatura en 1983. Golding es el novelista alegórico por excelencia que intenta mostrar las dificultades (a veces la imposibilidad) que encuentra el hombre moderno para cumplir las normas elementales de la ley natural.
Recibió durante su infancia y juventud una sólida formación humanista y literaria que lo influyó para los temas posteriores de sus novelas.
En 1935, cuando ya era profesor de la Bishop Wandsworths School, en Salisbury, publicó un correcto volumen de poemas. Estudió en la Universidad de Oxford, se alistó en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, participó en el desembarco de Normandía y terminada la contienda se dedicó más seriamente a la literatura.
En 1952 comienza a trabajar en una novela titulada “Strangers from Within” (Extraños desde el interior), que después de ser rechazada por varios editores,6 es publicada en 1954 por Faber and Faber con el título “Lord of the Flies” (El señor de las moscas), su obra más emblemática y conocida. Esta obra trata de lo que puede llegar a hacer el ser humano en situaciones tan dramáticas como el estar perdidos en una isla. El autor a su vez, reconoce haberse inspirado para esta obra en la novela “La isla de el coral” Robert Michael Ballantyne. También tiene un claro antecedente en Dos años de vacaciones (1888), una de las novelas menos conocidas de Julio Verne. El tema es completamente análogo y plantea los conflictos por el poder entre niños perdidos en una isla sin adultos.
En su lugar de residencia, Bowerchalke, cerca de Salisbury, entabla amistad con James Lovelock, conocido científico independiente, al que apoya en su teoría de que la vida en la Tierra se comporta como un único organismo, para el que el propio Golding sugiere el nombre de Gaia, la diosa griega de la Tierra. En 1962 deja su trabajo como profesor para dedicarse a la literatura a tiempo completo, dando conferencias sobre El señor de las moscas y escribiendo ensayos sobre sociología y literatura, recopilados en The Hot Gates y A moving target.
Tras una experiencia de “sequía creativa” desde 1968 a 1970, publica de nuevo su relato Envoy Extraordinary, junto a otros dos relatos “El dios escorpión” y comienza a escribir un Diario en el que cuenta tanto experiencias personales como sus dificultades creativas.
En 1980 comienza su trilogía To the Ends of the Earth, donde deja entrever su pasión por el mar y la navegación a través del periplo mundial de su protagonista, Edmund Talbot, y que finalizará entre 1989 y 1991.
En diciembre de 1992 tiene que ser intervenido de un melanoma maligno en la cara, del que es operado satisfactoriamente. Comienza a escribir una nueva novela, “La lengua oculta”, ambientada en Delfos durante el Imperio romano),13 que deja inacabada al morir de un infarto el 19 de junio de 1993 y se publica post-mortem en 1996.14 Está enterrado en el cementerio de Bowerchalke, Reino Unido.