"¡Qué
bello es vivir!"
1.Pasado.
No recuerdo
la edad exacta que tenía, ni tan siquiera si era Navidad. Recuerdo
que estaba en cama contigo mamá, era tarde. Yo ya me iba a dormir,
tu ibas a seguir viendo la televisión con los cascos puestos para no
molestarme. Fue entonces cuando vi algo que llamó mi atención, ¡dos
estrellas en blanco y negro hablaban en la televisión! Por supuesto
en lugar de dormir quise ver esa película, claro que me recordaste
la hora que era, pero ante mi respuesta de: "¡pero hay dos
estrellas que hablan!", cómo ibas a decirme que no... Así que
me puse a ver la película: En ella contaban la vida del protagonista
desde niño, un pequeño George Bailey se caía al agua helada y
perdía oído, (enseguida me identifiqué con él, pues aunque nunca
me caí al agua helada, si tengo pérdida de oído a causa de una
perforación de tímpano...). El resto ya se sabe... La película no
solo me encantó, si no que desde entonces es tradición navideña
ver "¡Que bello es vivir!" cada año por estas fechas...
2.Presente.
Es Navidad.
Ahora ya no estás, mamá. Te fuiste este 19 de septiembre, pero como
cada año, volví a ver "¡Qué bello es vivir!", que ahora
cobra otro significado...
Ahora ya no
me fijo tanto en el niño que perdió oído, sino en el joven que se
quería comer el mundo y que ahora, convertido en adulto quiere
acabar con su vida por desesperación; pero sobre todo, veo como la
ayuda de la gente que le quiere consigue que recuerde lo bello que es
la vida...
Y cada año
por Navidad seguiré viendo la película en honor a aquel momento
mágico...
FUTURO
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