La arcilla se tuerce,
Fue creada para vivir en paz.
El ciclo se rompe,
no descubrirán bajo la tierra
mi legado, su legado.
Mi vieja herida se abre de nuevo,
el caos no debe desatarse,
sss...»
Valle de Arco da Vella,
11de agosto de 2016
Pablo llegaba a casa al final del día y no jamás pensó que se encontraría con lo que vio, siete coches de la policía detrás de su casa en el restaurante. Al entrar en casa, su perra Lira corrió a saludarlo y le preguntó a su mujer Sonia:
—¿Qué ha pasado? ¿Por qué hay tanta policía?
—Pues algo gordo ha tenido que ser, la celebración empezó muy bonita con fuegos artificiales y ahora toda la policía aquí.
Al día siguiente se enteraron de lo ocurrido. Un cumpleaños de un clan gitano se convirtió en un asesinato con el hijo de la víctima como testigo. La noticia empezó a correr por todo el pueblo.
Redacción,
13 de agosto de 2016
—¡Eh tu!, te toca cubrir el asesinato del valle
Tomás acababa de entrar por la puerta cuando recibió la orden. No preguntó de que iba el asunto, pues nadie osaba dirigirse al jefe del periódico. Se sentó delante del ordenador, y después de encenderlo tecleó en Google:
«Asesinato en el valle Arco da Vella»
Poca información encontró, tan solo que un cumpleaños se tornó en asesinato delante de un menor...
Tendría que bajar al valle y hablar con los vecinos.
Valle Arco da Vella,
13 de agosto de 2016.
sss...drop, drop, drop...
Por supuesto hacía viento y llovía. Tomás bajó de su bicicleta al lado de una estatua femenina, la aseguró con una cadena y empezó a buscar por el pueblo.
Fue hasta el restaurante mirando la ubicación en su móvil, pero al llamar se encontró sin respuesta. Decidió ir a la casa más cercana. Al timbrar escuchó a un perro ladrar y a una mujer que decía:
—Lira, calla –la mujer abrió la puerta—. Hola, ¿Quién eres?
—Buenos días, soy Tomás redactor de el diario del pueblo, disculpa, ¿Sabes que ha pasado en el restaurante?
—Pues mira, yo solo sé que todo empezó muy bonito, con fuegos artificiales de los de colores y todo, bueno bonito para ellos claro, porque yo estoy hasta las narices de que nos caigan fuegos encima, como comprenderás, y tiempo después se escuchó jaleo y llegaron siete coches de la policía.
—Entiendo –asintió Tomás–. ¿Y no sabrás que pudo pasar?
—Sé lo que me contaron después, que el «camarón» asesinó a «Negro» delante de su hijo pequeño. Mientras todo ocurría, los trabajadores se encerraron en la cocina y avisaron a la policía, cuando llegaron y pudieron salir estaba todo el restaurante chorreando de sangre, que horror...
—Gracias por la información, si te acuerdas de algo más, o te enteras de algún otro detalle, llámame a este número —dijo entregándole una tarjeta–.
—Claro, por supuesto, pero pregunta a más vecinos, igual alguno sabe algo más.
—Claro, voy a seguir preguntando.
Al despedirse y cerrar la puerta, Pablo le pregunta a Sonia:
–¿No has dicho lo que te ha contado el vecino?
—Pues claro que no, ni quiero líos ni le voy a hacer su trabajo.
Mientras tanto, Tomás siguió preguntando a los vecinos sin más novedad. Llegó a una casita azul pequeña, ya de vuelta, sin mucha esperanza. Llamó a la puerta y salió un señor mayor con una boina negra a recibirlo.
—Buenos días, soy Tomás, reportero del diario, vengo por la tragedia del restaurante, ¿sabe lo que pasó?.
—Pues no creo que sepa más de lo que ya le habrán contado –contó rápido el discurso que ya tenía aprendido.
Tomás no era ningún experto en lenguaje no verbal, pero reconocía ciertos gestos que indicaban cuando alguien ocultaba algo, las manos en los bolsillos, hablar rápido, etc. Fue directo al grano.
—Pues yo creo que usted sabe más que los demás. —el vecino empezó a mostrarse incómodo–. Si me cuenta lo que sabe, le prometo no desvelar mi fuente...
El señor estaba pensativo cuando Tomás le entregó algo a cambio de la información.
–Bueno, está bien, tu ganas. Todo fue porque «El negro» empezó a meterse en la zona del negocio de «Camarón», los ánimos se fueron caldeando, todo se fue convirtiendo en una bola cada vez más grande y pasó lo que pasó. Y hasta ahí puedo contar. Esperemos que no haya represalias, esto puede ser el caos.... —confesó el señor visiblemente preocupado—.
–Gracias, le prometo que no diré su nombre.
Al llegar hasta la bicicleta, el reportero resbaló con el suelo mojado y se dio con la estatua en la cabeza. Y escuchó una extraña voz que parecía salir de la estatua femenina:
«sss...
La arcilla se tuerce,
Fue creada para vivir en paz.
El ciclo se rompe,
no descubrirán bajo la tierra
mi legado, su legado.
Mi vieja herida se abre de nuevo,
el caos no debe desatarse,
sss...»
Se despertó cuando alguien le hablaba, era el señor que le había confesado lo ocurrido.
—Chico, ¿Estás bien?
—Sí, gracias, creo que me he desmayado, he tenido un suelo extraño, aunque no lo recuerdo muy bien, pero esa estatua me decía algo...
—Claro que te ha hablado, te ha elegido, es la madre tierra, ojalá te acuerdes de lo que te ha revelado...
–Sí claro, ojalá —Tomás no era creía en supersticiones ni viejas leyendas, pensaba que el vecino estaba desvariando por la edad y no le dio importancia ninguna a lo que le contó.
14 de agosto de 2016
Al día siguiente, cuando Sonia compró el periódico encontró la nota de prensa de Tomás. Sonrió al ver que había logrado saber lo ocurrido, y le llamó la atención una reflexión del reportero:
«Sin duda estamos perdiendo los valores de la sociedad, hasta los asesinos los han perdido, antes respetaban a los niños.
Es tiempo de reflexión, algo se ha torcido. Volver a conectar con la naturaleza es la clave».
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