domingo, 13 de octubre de 2024

Seis poemas galegos de Federico García Lorca






Por alguna inexplicable razón no había leído Seis poemas galegos, de Federico García Lorca, hasta ahora. Pero el otro día lo vi en la biblioteca de Ferrol y aproveché la oportunidad.

Lorca viajó en cuatro ocasiones a Galicia. La primera vez fue en 1916, como estudiante, en lo que fue el gran viaje en el que decidió ser escritor. Las otras tres visitas fueron en 1932.
Ayudado por el ferrolano Ernesto Guerra da Cal, compone Seis poemas galegos. En 1935 le entrega a Eduardo Blanco Amor los seis poemas escritos en gallego. En el prólogo de esta edición facsímil, escrito por el propio Eduardo Blanco Amor, cuenta que un día Lorca le entregó los poemas y le dijo: «La verdad es que, a pesar de haberme leído bien mi Curros y mi Rosalía, el gallego lo aprendí en los vocabularios precaucionales que añades a tus libros de poemas. Debes ser tú quien ordene estos, quien los edite y quien los prologue. Y ya está. Se acabó. No hables más de esto hasta que me traigas el libro».
Eduardo Blanco Amor ordena y edita los poemas, que le fueron entregados en los dorsos de recibos y entre líneas de telegramas, manteniendo la esencia impetuosa y naturalidad de los mismos, frente a textos más eruditos y académicos. Sin embargo, dice Blanco Amor: «Lo gallego no triunfa por el dominio sino por el encanto».

Los Seis poemas galegos, de Lorca,  comienzan con Madrigal â cibdá de Santiago. Quizá este título no os diga mucho hasta que mencione los primeros versos: «Chove en Santiago/ meu doce amor...», poema de Lorca y una de las mejores canciones de la banda folk Luar na Lubre. Refleja la lluvia y la belleza de Santiago. Continuamos con otro poema sobre un lugar clave para los peregrinos, donde se pueden ver unas piedras llenas de leyenda: Romaxe da Nosa Señora da Barca: «¡Ay ruada, ruada, ruada/ da virxe pequena/ e a súa barca!».
Cantiga do neno da tenda habla del sentimiento de los inmigrantes, con una sensibilidad y profundidad necesarias en parte de la sociedad actual: «Bos Aires ten unha gaita/ sobre o Río da Prata/ que a toca o vento do norte». Basado en una desgracia de la que fue testigo, nace Noiturnio do adolescente morto: «Imos silandeiros ó carón do vado/ para ver o adolescente afogado».
Casi al final del libro, le canta una Canzón de cuna para Rosalía de Castro, morta: «¡Érguete, neniña amiga/ que xa cantan os galos do día!», nada más gallego que recordar a nuestra eterna Rosalía de Castro.
Termina con Danza da lúa en Santiago: «¡Fita aquel branco galán,/ olla o seu transido corpo!/ É a lúa que baila/ na Quintana dos mortos».

La tierra santa, la fe, las tradiciones y leyendas, la lluvia, los peregrinos, los inmigrantes, la relación entre los vivos y los muertos, la luna. Todos estos elementos conforman el paisaje de Galicia. En cuanto a la estructura, Lorca utiliza formas tradicionales gallegas, como el romance o las cuartetas asonantadas. El orden de los poemas no es aleatorio, hay quien los clasifica por temática, de dos en dos. Quizá Lorca no dominaba el idioma gallego, pero le bastaron seis poemas para capturar la esencia del alma gallega.


Todos estos poemas, que se convirtieron en música y pasaron al medio audiovisual y otros formatos, ayudan a internacionalizar la poesía gallega, que ahora vive otra eclosiónLa poesía gallega también amplía los cánones en cuestión de género, pues desde Rosalía de Castro, en Galicia las mujeres representan con fuerza la poesía gallega. Es significativo que las ganadoras de los dos últimos años de el Premio  Nacional de Poesía, sean las gallegas Yolanda Castaño y Chus Pato. Esta contundente representación femenina en la poesía gallega queda reflejada también en Seis poemas galegos, sobre todo en los dos últimos.  Estos Seis poemas galegos, no solo elevan la poesía gallega a nivel internacional, sino que contribuyen a que la poesía gallega persista en el tiempo. 



Federico García Lorca en su primer viaje a Galicia, en Santiago de Compostela, 26 de Octubre de 1916. Esa foto fue tomada en la excursión en la que decidió ser escritor. 
El escritor y editor Henrique Alvarellos recompone aquella expedición y reivindica su relevancia en la trayectoria del dramaturgo y poeta andaluz.


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